viernes, 7 de junio de 2013

EL TEATRO EN LA CIUDAD DE A CORUÑA: 1882-1915


SOCIOLOGÍA  HISTÓRICA

EL TEATRO  EN LA CIUDAD DE A CORUÑA: 1882-1915


       El Teatro Principal, llamado Rosalía de Castro a partir del año 1910, es el templo dramático de nuestra ciudad en el que se darán cita las mejores compañías, actores y actrices. En sus representaciones no solo se refleja una estética literaria, sino también  una manifestación de ocio y tiempo libre, en este caso el teatro, que puede incidir de una manera directa en la sensibilidad urbana a través de los ideales de vida, los compromisos sociales, la disyuntiva de los valores culturales y el intento de afirmación de una personalidad propia.

       Los dramaturgos de fin de siglo parecen reacios a analizar su propia época y, cuando intentan hacerlo, parece que se están asomando tímidamente a la sociedad de las clases altas y media en exclusiva, tras una protectora pantalla de moralidad y conformismo. El teatro no sólo volvió la espalda a los problemas fundamentales de la condición humana, sino que llegó a cerrar sus puertas a la protesta social seria hasta el año 1895, fecha del “Juan José,“ de Joaquín Dicenta. Además su puesta en práctica se vio dificultada por el teatro de D. José Echegaray al que se le achaca la falta de grandiosidad temática, ya que solo plantea situaciones. Su cualidad esencial como dramaturgo fue su impresionante habilidad para inventar y explotar al máximo, con una característica falta de sentido del humor, las situaciones teatrales más grotescamente inverosímiles. De este modo, la veracidad psicológica y el comentario significativo sobre la vida y la conducta humana están en su mayor parte sistemáticamente desechadas: la agresiva inmediatez del acontecimiento reina sobre todo lo demás. Pero la popularidad de José Echegaray es enorme en toda España y por supuesto en A Coruña y, para entenderlo, tenemos que mirar su teatro en la perspectiva del tiempo histórico, ya que la agresiva supervivencia de los valores tradicionales agotó el crecimiento de la mentalidad burguesa que llevó consigo la carencia de una modernidad social e ideológica: “No hacemos juicios críticos pues nos reconocemos incompetentes para ello. La obra de Echegaray y a Echegaray no se le juzga, se le aplaude sin discusión, sin regatearle el triunfo”.
    
       Este autor dramático, premio Nobel de Literatura en el año 1904, era muy querido en A Coruña, sus obras se habían representado en los escenarios de esta ciudad  múltiples veces y por muy duras que fuesen las críticas que se le hiciesen, no van a restar un ápice la enorme admiración que hacia él sentían los aficionados y los medios de comunicación locales, que hicieron un comentario muy duro hacia aquellos jóvenes escritores de principios del siglo XX, Azorín, Baroja, Unamuno, Rubén Darío, los hermanos Machado que se habían opuesto al homenaje nacional que se le quería tributar.

      Una vez absorbido el principal impacto de D. José Echegaray, el teatro pareció caer de nuevo en una fase de decadencia. Pero justo en esta época, una mezcla de dificultades económicas y de deseo de aplauso público, llevó a D. Benito Pérez Galdós a repetir en la escena los triunfos que había obtenido con sus novelas. Es el advenimiento del drama serio, de ideas y protesta social que empezó con Galdós y Joaquín Dicenta. Del drama galdosiano “Electra” se vendieron más de 30.000 ejemplares en cuestión de días y su estreno coadyuvó a la caída del gobierno conservador del general Azcárraga al que sucedió otro liberal. En el año 1901 la expectación en A Coruña ante el hecho de que vaya a representarse es muy grande, pero ya se hacen maquinaciones para que no suba a los escenarios y la Iglesia toma postura en contra, ya que la considera anticlerical. El Arzobispo de Santiago, Martín Herrera, escribe una circular en la que exhortaba a sus ciudadanos a que no asistiesen a la representación. Ya en otros lugares de España la condena vino protagonizada por el Magistral de la catedral de Valladolid y el obispo de Tortosa había amenazado de excomunión a los feligreses que asistieran a la representación.
  
       Para presenciarla vinieron gentes de Ferrol, Santiago, Betanzos y Lugo. Desde antes de las nueve de la noche rodeaba el teatro un enorme gentío y dentro, la atmósfera estaba caldeada. La concurrencia en su mayoría era masculina, aunque a partir de la segunda representación fueron ya muchas las señoras que acudieron y las localidades altas estuvieron llenas en todas las funciones, lo que de por sí es significativo, También lo más selecto de la sociedad coruñesa acudió a ver la obra de Galdós. Algunos con cierta prevención, otros por su talante liberal y otros, sin duda, porque anteponían el hecho artístico a las implicaciones político sociales. La función se inició interpretando la orquesta la Marsellesa y el Himno de Riego, interrumpiéndose la representación con vitores, aplausos y aclamaciones en las escenas culminantes, dándose en ciertos momentos vivas a la libertad, a la democracia y mueras a la reacción.

      Los asistentes al teatro eran, en su mayoría, el público de Echegaray, la alta clase media elegante, sobre todo mujeres y personas de edad madura. Los críticos estaban al lado del público y consideraban que su misión consistía en aconsejar a los dramaturgos sobre la manera de agradar al espectador. Distraer era obligado, aunque las obras no tenían que ser forzosamente cómicas. Hacer llorar al público o incluso suscitar en él una justa indignación era perfectamente admisible. Lo que el buen gusto no podía tolerar era cualquier tentativa de confundir o preocupar al público, así como reflejar valores morales o sociales distintos de los que eran propios de las enjoyadas mujeres de las butacas de platea. El sector radical de la pequeña burguesía opinaba que la situación del teatro era tan deplorable como todos los demás aspectos de la vida cultural y social española de finales del siglo XIX y estaba dispuesta a someterlo a reformas y nuevos experimentos.
   
 Un acontecimiento parece señalar el inicio de algo nuevo, es el estreno en octubre de 1895 del drama “Juan José “ de Joaquín Dicenta. El protagonista es un albañil analfabeto y antiguo hospiciano que, por amor y celos, pierde el trabajo, roba, va a la cárcel y huye de ella para matar al capataz de la obra donde trabajaba y a la mujer que ama, cuya infidelidad le llevó a prisión. Ya que esta historia se presenta como la de una victima noble e indefensa de las circunstancias sociales y posiblemente de la explotación capitalista, “Juan José” ha sido considerada por algunos como un drama proletario que anunciaba una nueva era de teatro socialmente comprometido.
  
 En A Coruña, desde el año 1900, se representaba todos los primeros de mayo. El dramaturgo aragonés no pudo sustraerse a la realidad de su época y trató de reflejar las situaciones conflictivas entre el proletariado y la burguesía. A él lo que le interesaba, como anarquista convencido, eran los problemas obreros y dentro de ellos las soluciones radicales, siendo partidario de que el arte fuese vehículo de la verdad y el progreso.

       D. Jacinto Benavente pertenecía por su cronología a la generación de intelectuales liberales que se preocupaban por la decadencia cultural de España. En “El nido ajeno “, su tema básico es el papel de la mujer casada en la clase media, cuestión que preocupaba mucho. A su sombra, el coruñés Manuel Linares Rivas que con sus dramas de tesis burguesas, como “La Garra“y su defensa del divorcio contra el oscurantismo social, consiguió la fama, la fortuna y los laureles académicos. El tema del divorcio era conflictivo en una sociedad como la española llena de contradicciones. No quería estrenar “La Garra“en A Coruña, pues no deseaba plantear a su pueblo ….”una cuestión de confianza”. Adoraba a su ciudad, pero este cariño no deseaba ponerlo a prueba y hubo que esperar al año 1915 para asistir a su estreno, aquí, con sus convecinos saliendo de esa cuestión de confianza con una satisfacción plenísima de poderes. El Teatro Rosalía de Castro estuvo lleno. En los pasillos se discutió con viveza al término del primer acto. Terminó la representación y la tempestad de aplausos fue inacabable. Es significativa la reacción del público coruñés y ese sentido liberal de nuestra ciudad quedó de nuevo puesto de manifiesto.

          En lo que se refiere al Teatro Gallego, la ciudad de A Coruña fue punto neurálgico en donde se daban cita los principales acontecimientos teatrales en lengua gallega. Una muestra de ello será el estreno del primer drama en gallego, “A Fonte do Xuramento“, de Francisco María de la Iglesia. Este drama, en dos actos y en verso, se estrenó por primera vez en la Sociedad Liceo Brigantino el 9 de agosto de 1882, y esta misma Sociedad organizará un estreno público en el Teatro Principal el 23 de octubre de 1882.

       Será a finales del año 1902 cuando se recibe con enorme optimismo por parte de un sector de aficionados, la noticia de que unos cuantos amantes de las cosas de esta tierra, tenían proyectado el juntarse para formar una compañía de Declamación, en gallego. Noticia que recoge jubilosamente la publicación periodística Revista Gallega, dirigida por Galo Salinas, uno de los más entusiastas impulsores del teatro gallego, quien al ver que iba en serio, en un editorial les daba ánimos: ¡“Adiante rapaces! Creade o teatro galego; obras e protección non haberán de vos faltar…¡ Adiante ¡ e colocade á nosa Galicia, no arte dramático, á mesma altura na que se colocaron Cataluña e Valencia que, donas do seu teatro regional, pasean o seu idioma por tódolos escenarios do mundo civilizado”.

       Estas palabras de ánimo se entremezclaban con un quejido de temor a que tal iniciativa no fuese aceptada con suficiente entusiasmo por grupos sociales que, desde siempre, arrinconaban todo lo que sonase a cultura gallega. No era fácil para la literatura gallega en general, poder desarrollarse en medio de una sociedad que en su mayor parte vivió de espaldas a ella y, por otra parte, el Regionalismo seguía dando bandazos, aunque empezase a verse en él una maduración progresiva. De él formaban parte figuras coruñesas representantes de un regionalismo liberal, de tendencia liberal, como eran Murguía, Golpe, Carré Aldao, Pondal, Tettamancy, Galo Salinas que contribuirán, sobre todo este último, a desempolvar del olvido todas aquellas posibilidades que hagan factible el teatro gallego.
  
Así nace la Escuela Regional de Declamación, siendo su fundador Eduardo Sánchez Miño. La primera aparición en público se llevó a cabo el 18 de enero de 1903, poniéndose en escena el boceto dramático, en un acto y en verso, titulado “ Filla “, de Galo Salinas. Tristemente la Escuela Regional de Declamación tendría una vida corta, ya que se disolverá en 1904. Empezaron a surgir disidencias entre el personal de actores aficionados, apresuramientos, rivalidades e intransigencias. Jóvenes que se distinguieron en la interpretación de algunos personajes, se consideraron ya primeros actores, no tolerando ser advertidos por nadie, o se retiraron a gozar solos de su triunfo, o se pusieron al frente de otras secciones de declamación, actuando de directores. Bien podría aplicarse en este caso aquella frase: “La presunción es un consejero temible por su misma necedad “
   
       El pesimismo, por lo tanto, era patente y el teatro gallego podría darse por muerto. Quedaría reducido a los aleteos de ensayos que en América hacían nuestros paisanos. América aparece siempre como guardadora, por no decir salvadora, de nuestro quehacer cultural. Poco importaba que se escribiesen obras dramáticas si falta quienes las interpreten: “Cuando haya cómicos, téngase por seguro que no faltarán comedias”. Este decaimiento del teatro gallego llevó a a algunos escritores gallegos a traducir sus propias obras al castellano para que pudiesen ser representadas y popularizadas. Asi lo hizo Lugrís Freire con sus obras “A Ponte“ y “ Mareiras “, de ésta se conserva su traducción manuscrita en la Real Academia Gallega. Habrá que esperar tiempos mejores y vendrán de la mano de Villar Ponte cuando el 18 de mayo de 1916 cree, en la ciudad de A Coruña, a Irmandade de Amigos da Fala.



José Ricardo Díaz Pardeiro